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lunes, 6 de agosto de 2007

CURRICULO PARA SEGUIR ESCRIBIENDO


He caminado lo suficiente para detenerme y seguir observando ya con cierta nostalgia los pasos que se han ido quedando atrás y permitirme recrearlos por medio de palabras reinventadas.

En este deambular impreciso, quiero: con la música de mis versos, con la sinceridad de mis relatos y con la humildad de mi pluma, contarles un poco de este trayecto.

Trayecto por momentos luminoso, sombrío en otros; por momentos alegre como triste a la vez; breve e infinito; dulce y ácido; ínfimo y colosal.

Soy hombre agradecido, formo parte de la mayoría privilegiada. Ante esta fortuita circunstancia, trato que mi caminar sea lo más recto posible, en contraste de un Universo de circunferencias imperfectas, no es tarea fácil. Lo se y quiero permanecer siempre despierto.

Nací en el Carrascal de los años 40, naciente poblado de la Gran Quinta Normal, en los alrededores inmediatos de Santiago de Chile de la época. Allí, con mis primeros pasos, aprendí de todos aquellos trayectos que nos forman.

Mi pluma se alzó temprana, y si no hubo versos, las primeras imágenes traen los dulces sabores de palabras soltadas con la ternura de mi temprana edad. Nombres femeninos acompañaron siempre mis estados: Margarita Lagos, Leonor Bravo, Ernestina Muñoz, Pilar...

Nostalgias y melancolías tienen mis playas, mis campos. Valparaíso tuvo los ojos más verdes-carmen de mi vida, Temuco la mirada más tierna-ana. La Araucanía, mis indios mi padre.

En tierras de Dios, Brasil me entregó el paseo más dulce a Ipanema, Perú me hizo descubrir la insolencia de mis raíces profundas, Argentina fue el abrazo de un tango lunfardo, España, la luminosidad de sus uvas y Canadá, la cuna de mi ocaso.

Hoy, camino en la suavidad de las nueces, delirios de alboradas. Mélina, Andreanne y Sophie están presente en mi reír; he aprendido a conjugar sus cuentos y mis cuentos.

Te llamas Suzie y tu mirada es mi reflejo, tierno reflejo. Si tuve que vivir tanta lágrima para llegar a ti, amor, mujer, Dios bendiga aquellas lágrimas.

© Monsieur James

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