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jueves, 30 de octubre de 2008

¿LLEGÓ EL SUR?




Busqué en la calma de los pedúnculos
Delinear el erotismo de un arrebato
Prolongar tu tersa piel con el silencio
Disfrutar de la pasión y de tus besos.

Una vez en el reposo inmenso
Prolongar mis besos por tu cuerpo
Escribir en tu desnudez un verso
Que declames derretida allí en tu lecho.

Mientras, en la distancia de los huesos
Se avizora un camino que no es propio
Un camino que tal vez sea incierto
Pero que debo caminar porque
Puede ser, el que tanto espero.

Pero tenlo por terca verdad
Por allá, al sur de mis desiertos
Seguirás siendo el amor
Del ático y el entretecho.

AL TACTO




Recibo en mi piel toda la ternura de tu turbación...
ese relente propicio al amor
aquel decantar de manos que se buscan
que se apropian;
de centauros que agitan besos
y galopan con suprema libertad
las llanuras de esa dermis
con aroma de canelos.

Cabalgo cimas ofuscadas
muerdo de ciruelos impolutos
júbilo de junquillo y orquídea
néctares que fluyen salvajes
lechos de exquisita embriaguez
en aquel colosal paisaje
de limones y majadas.

Somos espasmo y rocío
copular de la noche con el día
impudor del alba
coito norte y sur
maridaje de estrellas y mar
inmensidad y locura.

DESDE MIS HUELLAS





Observo mis huellas desde lo pasajero de mi tiempo
Sonrío al comprobar que el equipaje se hizo ligero.

No, no lo veo desprovisto de nada de lo que fui guardando
Mientras caminando orillaba el romance de mis cuentos
Las tijeras, los remedios, el martillo y las puntas de acero
El quillay para el pelo ni siquiera el calcio para mis huesos
Y en la esquina preferencial de mis alforjas: tus cuadernos.

Una foto de chiquilla de pureza distraída, tus ojos, tu pena
Y el poema que no entendías y que yo te quise enseñar
Tus manos en mi rostro, última caricia que sin ser amor
Te vio partir llorando.

No te tengo, es verdad, quizá nunca te tuve
Y sin embargo formas parte de mi cotidiano errar
En el que deambular sin rumbo preciso
Se hizo en mí, costumbre.

Claro, el equipaje se hizo ligero
Cuando observo mis huellas
Desde lo pasajero de mi tiempo.

AURELIE





Chiquilla que alumbras
Mi noche de estrellas
Nieta adorada
Ya pisas mi tierra
Empujando a mi hijo
Convertirme en abuelo.

Sangre de mi costado
Alegrías de mis penas
Regalo que del cielo
Trajo sangre de mis venas.

Te he sentido en mi regazo
Y estrechado contra el pecho
He besado yo tu sueño
Tú has cumplido mi deseo.

domingo, 26 de octubre de 2008

ESCUCHA, PLUMA

Búsqueda incesante
Orillas de dudas
Abismo.

Estabas sonriendo.

Mientras desaparecías de mi razón, dejabas el alma suspendida entre las hojas; en el vuelo del ave que parece prolongar ese cielo que se va oscureciendo.
Nubarrones que como goterones implacables, martillan una soledad que se va metiendo en los huesos.
Se avecina la noche, la misma noche, eco de tantos recuerdos vanos.
Toma pluma mi lágrima, yo me cansé de la humedad en un rostro que se hace viejo.
Va toma una hoja y vierte el veneno, que ya no es veneno y conviértelo en la mejor mentira.
Escribe que a cambio de mis lágrimas quiero su felicidad, miente. Cúlpame y blasfema mi forma de amar…
Pero sobre todo, esta vez déjala ir… La verdad no le interesa, sus ojos están mirando las mismas estrellas que refulgen, de seguro más brillantes.
Cuando vuelva, habrás terminado el verso. Déjame un vaso de agua y esa píldora para dormir.
Mañana decidí volver al amor libre y te digo papel y pluma, que nunca más pretendo ser el único ni preferido de ninguna.
Qué quieres… las amo a todas.
No, no pongas ningún copyright, menos me traiciones firmando estas letras que deben quedarse suspendidas en el mismo abismo de hojas y vuelos de pájaros que prolongan inútilmente un cielo que nació infinito.

COSAS

Me encontraba en medio de un lío de papeles, que no necesariamente eran borradores de escritos o esbozos de textos. Non obstante, pertenecían al otro vicio de mis afanes. Frente a mí, un sinnúmero de facturas y estados de cuentas, a medio pagar. Además revisaba todas mis compras a crédito y tomaba nota de aquellas cosas que son imposibles de postergar, más allá de su vencimiento. Hablo de seguros y esas cosas.

No es difícil ordenarse, cuando se cuenta con una formación que permite, con sencillez hacer un ejercicio en que debes y haberes se manejen en equilibrio y con abierta simplicdad. Pero, mi desaplicación con esos temas, había de todas formas, provocar cierto malestar en algunos de mis proveedores habituales, y que saben que soy reacio a pagar “intereses”

Me puse a la obra, olvidando musas, tal el viento, las hojas y este magnífico Otoño que pintaba los árboles de vertiginosa vejez.

Tuve que hacer algunos teléfonos, pedir prórrogas, negociar nuevas fechas de vencimiento y en más de una ocasión, poner término a ciertas comodidades que aconsejaba mi situación financiera.

Terminó el ejercicio un balance bastante ajustado, pero que finalmente pondría a prueba mi desorden económico, sin necesariamente echar mano a algunos dinerillos invertidos en una pequeña cuenta de ahorros.

El balance, me advertía de un pequeño período de austeridad y me dejaba sin recursos para ningún tipo de urgencias.

Satisfecho del resultado de mis teóricas conclusiones, me dirigí a la calle dispuesto a caminar bajo ese aire helado pero tan benéfico para los pulmones. Ya mis ocupaciones “existencialistas” o “materialistas” dejadas de lado, comenzó la tarde a orillar mis musas, mis nostalgias, “saudades” . Soñaba desde el borde de un canelo como la tarde afinaba los bronces ayudada del viento de lo que parecía una tormenta de viento y aguaceros. El granizo hizo “el crescendo” y tuve que buscar refugio para evitar dramáticas consecuencias a mi fragilidad ósea estructural.

Exiliado en un cuartucho de vieja madera, me di cuenta que alguien trataba de comunicarse conmigo por medio del infaltable teléfono portátil.

Y yo que nací desprovisto
De tanta hojalata
Jugando libre la calle
Con el alma de par en par
Soy otra víctima del celular
Anunciador de catástrofes.

En medio del ruido atroz de la naturaleza y la voz que venía por el “inalambre” supongo, pude enterarme que inesperadamente la pana de mi flamante Ford 92, se había incrementado en más del 50% de lo que fue la primera impresión del mecánico. Dejé de soñar con el canelo y el concierto de vientos y tormentas se me hizo insoportable. Me dirigí a casa y volví a enfrascarme en los resultados de mi anterior balance que me había dado una cierta tranquilidad…. Pero... no calculé el ineludible porcentaje de imprevistos.

Luego de re calcular mis proyecciones económicas, tranzando siempre con el signo menos en varios de los ítem, por contumacia onírica, me dejé llevar por el concierto del temporal que ya se había desatado con toda su fuerza avasalladora.

Levantaba mi pluma, para dejarme llevar por el momento y de pronto un primer goterón vino a caer en el centro del escritorio, luego siguió otro y otro… no fue difícil darme cuenta que mas de alguna teja había cedido en el techo y fui en busca de los requeridos baldes, para esas oportunidades. Miré mi balance de reojo y no me moví, un pánico me invadió, inevitablemente un problema acarrea otro y otro, entonces cerré los ojos, lo pensé detenidamente, y ya con la carcajada de vuelta al rictus de mi boca, preparé la maleta y al día siguiente viajaba con rumbo al entrañable sur.

Ya en el aeropuerto, tiré el teléfono inalámbrico al tacho de la basura. Me preparaba a soñar con mis sueños. A la cresta las grandiosidad materialista de las cosas.

lunes, 6 de octubre de 2008

TARDES DE MAR

TARDES DE MAR


Descendí las gradillas que llevaban al primer piso, me detuve delante el gran ventanal del salón, aquel que daba a la eternidad salina y a ese espeso borbollón que danza salvaje en medio de ese cosmos llamado océano.

Me acomodé a mis pretéritos y me sumí en compañía de la soledad. Conversamos sin que un solo vocablo interrumpiera ese silencio que le daba un marco de insondable belleza.

Desnudo, no pude impedirme de abrir el ventanal de par en par. La magia que infundía esa naturaleza, marina entregaba energías insospechadas y me preparaba milagrosamente a una cita que se dibujó como un regalo el día anterior, mientras me encontraba vagando por la playa.

Marioska, lucía blue-jeans bien ajustados y una blusa en la que se adivinada uno pechos, aunque diminutos, de una firmeza de corales. La acompañaba en su deambular, la sensualidad exquisita de sus 40 años. El acercamiento vino con la naturalidad de un caminar sin un destino preciso. Podría asegurar, que cada uno divagaba con su propio quehacer, en un monólogo del todo indeterminado.

En única dirección, la extensión del litoral nos llevó, los pies desnudos, a rejuntar nuestras haraganas divagaciones, para concedernos una pizca de dulce alegría. Regresamos cuando el paisaje resplandecía de los colores de la tarde y parecía armonizar nuestros propios panoramas. Las manos ligadas, las empujó el embrujo del instante.

En medio de mi propio desorden, volví mis ojos al misterioso acuario salino. La sensual calidez de la tarde y la morosidad del devaneo, me iba prendiendo morbosamente a los instantes que llanamente se aproximaban.

Preparé debidamente un pequeño cóctel, con ayuda de pisco peruano, limón centro-americano y una pizca de azúcar cubana, dispuse en la cigarrera unos tabaquillos “camell” y me forré de una ligera bata de seda. La dulce espera, excitaba metáforas de onírico erotismo.

La lujuria, parecía el escenario preconcebido a la ocasión. El timbre del teléfono irrumpió con un ruido inesperado que me hizo despertar sobresaltado de una complaciente modorra. Dudé en responder, para no entorpecer esa amable y fogosa espera. La insistencia del timbre, entorpeció mi imaginario y decidí volver a la rutina; Aló, dije la voz firme. ¿Quién? … en el mismo instante sonaba el timbre de la puerta..
Soy Rosalía…. En este momento estoy en el Aeropuerto, quería darte una sorpresa, pero la huelga de taxistas… dos segundos, dije a tono de disculpas, y me dirigí a abrir la puerta. Frente a mí, ella, dispuesta, serena y con la hermosura del preludio que incita al amor. Con abierto disimulo colgué el auricular, dando por terminada la pretendida sorpresa de Rosalía.

Marioska dio un largo paseo por la casa, como fotografiando para sí todos los rincones
de la casa.. Lucía espléndida, ataviada de una blusa casi-transparente , una minifalda muy sugestiva y unos tacones que hacían de su andar una danza de extraordinaria sensualidad.

PAPEL

Papel, hacía tiempo que buscaba un momento, como este. Lo precisaba, me hacía falta.. Quería escribirte papel, para, en fin, contarte un sinnúmero de cosas que me ocurren, y/o que ocurren y a veces cuesta comprenderlas.

No, no pretendo aquí dejar una prosa ni inventar paradigma literario alguno, solo hablarte con el lenguaje diario de la simplicidad. Se que no guardarás mi secreto, ni te lo pido. Sabiendo que es inútil.

Ya ves, me da por momentos, entristecer sin que una miserable lágrima acompañé esta maldita o dulce melancolía… ¿acaso lo entiendes tú?… son cosas que no logro concebir… sin embargo, la cosas jocosas, por nimias que ellas sean, me revuelcan de carcajadas casi enfermizas… ¿estaré, de algún modo, empezando lentamente la inmisericordia decrepitud?

No, no te alijas papel, siempre tuve un respeto irrestricto por ti, incluso en tus andanzas de cartón, de cometa, de fotografías, o allí ordenado en imperecederas bibliotecas, guardando los secretos de toda la humanidad.

Créeme que he llorado de frustración, cuando los ineptos, ignorantes, usurpadores del poder, “oligarcas a la pólvora” han hecho piras de tus tripas, solo porque llevabas un nombre poco apropiado. O por los fanáticos ortodoxos que ven siempre en ti, a su peor enemigo.

Me gusta tu paradoja, de pronto eres súplica ruego, otras arenga, grito de guerra… eres afiche de paz, o portador de una prescripción médica que calmará el dolor físico de un enfermo. En otras llevarás un poema o una palabra de afecto, incluso dejarás impreso el último dolor del suicida.

Ayer jugaba con la luz moribunda de una vela –te encontré mientras limpiaba un viejo armario- naturalmente ya era de noche, entonces vi mi sombra contorsionarse en las paredes de mi cuarto, por tanto yo permanecí inmóvil. Me figuré intranquilo, nervioso… como en tiempos de mi despertar o pubertad, de la niña aquella que provocaba sentimientos inequívocos y perturbaba mi niñez.

Te recordé como un amigo que me mostraba los primeros cuentos, que más tarde terminarían por formarme… bien o mal, poco importa. Recorrí contigo entonces, el parrón de mi casa al mismo tiempo que la ciudad turca de Antioquia, antigua ya de más de 23 siglos. En otras, te recordé como aquel boleto de carro que sin saber vino a incrustarse en mi oreja, pues contenía un torpedo que me ayudaría a salir con éxito de esa prueba de historia, ramo que tanto detestaba.

Claro, en ese momento de recuerdos, como no romper en carcajadas, cuando me apretaste los testículos mientras cumplía la ingrata tarea de otros de mis exámenes escritos…

Si, si, sé que no venía necesariamente a contarte tanta estupidez… si adivinaste… ayer supe de ella.. si huevón, incluso se del día en que nació y su nombre completo… y habría dado todo el oro del mundo porque una lágrima rebelde acompañara mis “saudades” pero me estoy riendo de nuevo, con esa carcajada enfermiza de mi propia angustia.

Ya papel, déjame en mis carcajadas enfermizas, tú, guarda mis lágrimas, no, no como un secreto, entra en la botella, quizás el océano, en su profundo latido pueda regalarle un día, mi pensamiento .

Chao papel,

SUICIDIO

Se inmovilizó a orillas del naufragio
Erró sus dedos por místico astil
Bramó el mar su violenta algarabía
Cantó monocorde, dolor el viento
Y se dispuso, sereno, a morir.

La noche entraba en ecos de agua
La luna brillaba de un lagrimón
El frío calaba los huesos marinos
El último vino, mitiga el dolor.

Flamea en el mástil dragón herido
Y desde cubierta la luna yerta
Parece un suplicio del cielo,

Sobre corazón que agoniza
En estertores de fuego
Sin un farol ni consuelo
Espera piélago impío
Consumar la tragedia.

En el cielo las estrellas
Son universo y plegaria
Mientras el amor se sumerge
En el barranco del agua.