Vamos a cabalgar
adobes araucanos
caballo blanco:
tengo herida el alma.
He visto una mujer
en insólita ventana
que no me deja calma.
Viene de mi tierra
aquella que ya he olvidado
viene de la araucana mi Dios
y ya me tiene temblando.
Y antes de tener
una esperanza:
Señor.
Voy a cabalgar
adobes araucanos
en caballo blanco.
Taladra su ego de odios;
Ríe payaso
Una lágrima atiza la rabia;
Se gasta
Busca confeti;
Se pica
Impreca y defeca;
Se cree libre
Hasta que lo atora de nuevo:
El bufón.
Donde cabalga la noche
va mi pecado y mi mal
Duermo mi alma encendida
en tu cintura y coral
Mi boca busca tu encaje
en precipicios de sal
Mi boca busca tu encaje
en precipicios de sal
En tu silencio jardines
aromas de tiempo nupcial
Los arco iris del viento
me vienen a despertar
Mi boca busca tu encaje
en precipicios de sal
Mi boca busca tu encaje
en precipicios de sal
Yo soy tu sol que en su ocaso
besa la luna y se va
Mi boca busca tu encaje
en precipicios de sal
Llévame todo contigo
donde el crepúsculo va
Mi alma busca tu noche
para refugio lunar.
Mi alma buscó tu noche
y no la pudo encontrar.
El cielo se está nublando
el viento silba en los valles
la lluvia me está mojando
el poncho con sus estrellas.
Triste la noche empieza
los odios van blasfemando
y los cascos de mi potro
afirmándose en la tierra.
Al final de mi camino
me espera linda mapuche
brasero carbón y techo
y una sopita de luche.
Mi corazón baila en mi pecho
y el agua sigue mojando;
mi sombrerito bandido
se va cortando la noche.
Aprieto firme las riendas
empujo la oscuridad
y siento la soledad
anunciando ya mis despojos.
Silencios sapos y luna
acompañan al agua triste
se estremecen las lagunas
con estos fríos pedestres.
La escarcha refleja lunas
y me acerca del sendero
en donde mi hembra mapuche
ha prendido ya el brasero.
Ha terminado el camino
yo beso mi crucifijo
entro abrazo a mis hijos
mi mujer y mis delitos.
La cripta del mundo
escupe regüeldos
el hambre que mata
fantasía es del tiempo
alerces furiosos
dan sombra a los muertos
que no tienen descanso
el trigo no alcanza
el petróleo es escaso.
El agua pasea
químicas de miedo
la risa se encuentra
en consumos ligeros
las monjas del claustro
invocan al cielo
los curas y monjes
en los monasterios
¡la cena esta lista!
dos tercios esperan.
Golosina de moscas
barrigas infladas
destellos de hombres
en guerras que matan
si ya mata el hambre
la vida fracasa.
Hola mi niña de los cuadernos
Con tu uniforme de colegial
Dejas paseando mil y un recuerdos
Con tu tinterero* caminar.
En esa blusa de blanco invierno
Y ese faldón azul de mar
Eres la vida y el delantal.
Hoy yo quise con esta pluma
En una punta del borrador
Dejarte un verso con luz de luna
Escondido del profesor.
Y en mi tintero con mi ansiedad
Seca la tinta se fue mi edad
Como un lucero de soledad.
* camino de tintas
Solía esperarla en aquel café esquina. Me encantaba desalterarnos en esa terraza luego de un día de arduo trabajo para luego dirigirnos al cine, cenar y luego terminar la noche abrazados en ese inolvidable cuartito que manteníamos en la calle Brasil.
Las sirenas de bomberos, distrajeron un tanto esa espera que empezaba a hacerse larga y odiosa. Completamente inhabitual en ella. Empecé a preocuparme al notar que mucha gente corría al lugar de un reciente accidente. Pagué la cuenta y decidí, empujado por una suerte de tardía premonición o mejor dicho, anacrónico fatalismo, de dirigirme al punto del bochornoso incidente.
Ahí estaba, tirada en el cemento, irreconocible, luego de haber salvado «in extremis» del brasero en que se convirtió su auto. Personal de la ambulancia tomaba todas las precauciones para inmovilizarla en la camilla en que debían conducirla a un centro de urgencia. No me permitieron acercarme, sin embargo me informé a que hospital la llevarían.
Corrí hasta el estacionamiento, puse el motor en marcha y me dirigí como un loco hasta el hospital Roberto del Río. No supe como llegué, nervioso, me encaminé a la sala de urgencias, allí la estaban desembarcando mientras una cantidad de personal de la salud, entre médicos y enfermeras, se precipitó sobre ella para atenderla lo más rápidamente posible.
No quería pensar en el desastre que habría provocado el fuego en su hermoso rostro, me dolía saberla sufrir. Quería revenir a la mañana en que nos despedimos. Empecé a maldecir mi suerte, su suerte. A golpear con furia las paredes. A tanto llegó mi desesperación que tuvo que intervenir personal del hospital para calmar mis nervios.
De pronto me pareció ridículo el sonido del celular, con unas de esas melodías de moda y que parecía burlarse de mi estado de semi-locura y desesperación. Mi primer impulso fue tirarlo lejos, sin embargo, respondí con la mejor voz que pude — Diga… no pude seguir, el habla se me cortó cegado por el nerviosismo casi a punto de soltar las lágrimas…
— ¿Qué te ocurre mi amor? ¿Te sucede algo? dijo ella con infinita preocupación… Es cierto que me demoré en llegar al café pues había un tremendo accidente….y…
…y aquí yo enlazado
a recuerdos de mi antaño,
voy jugando con mis hijos
acaso, por níveos suelos
lejano de mis caminos
el principado de mis tíos
y el reino de mis abuelos.
Terco como siempre con mi verso quedará
La huella de mi corazón.
......de alguna zamba
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Tengo en la línea de mis lágrimas
un nombre aún no pronunciado.
No, no quisiera despertarlo
a la rutina venenosa
no vaya a ser cosa
que en el cuesco de mi ocaso
se desvanezca y apagado
no pueda regalarme ya con sus versos.
Tú, silencio
emociones de la nada.
Y yo como si fuera pecado
me recojo a mis desvelos
y te pienso en otro lado
acariciando en tu olvido
mi recuerdo.
Soy lágrima en el viento
soy angustia del pasado
no comprendo el sentimiento
ni tu afán apresurado
menos comprendo
el maldito remordimiento
de mis cuitas
que hoy me parece
haberlas ya olvidado.
Sé de los versos de tu abecedario
y de la pluma que escribe el pasado
conozco de besos violetas y nardos
y vive feliz mi amor a tu lado.
Acaricio la tez de tu calendario
y guardo el sabor que cercan tus labios
arpegio de lunas anticipan orgasmos
mi espada de celos se funde en tus manos.
Sosiegas la dicha la noche se acaba
levantas el día vestida de alcoba
socavan mi alma emotivos sollozos
son muchos los años que violentan
tu terso rostro y mi vieja cara.
Salvaje a mí han vuelto, espasmos precoces
columpios de flores preparan pezones
el canto del viento es coro de voces
la luna no tarda; florecen pasiones.
Aprendo de ti sigilo de flores.
Sentado a la uña del astro
Vine a talar quimeras rancias
Huí con desnudos favores
De arrullarte con mis ansias.
Para mi huida
Seguirás existiendo
Como dulce el canto
En todas las esquinas.
Mi recuerdo vestirá las novias
Con las facciones de tu encanto.
Los senderos que yo ande
No tendrán ni cristales ni relámpagos:
Y en todos los jardines
Me mentiré tus agravios.
Entre las sombras nocturnas,
Apoyado en mi mudez,
Prometida niña del gorjeo
Te humedecerá mi silencio.
Escondió la luz la uña del astro:
Se perdió con la luz del día.
Mi alma se está vaciando
Por la herida del ocaso.
© Monsieur James
Vislumbro tranquilidad
Amaneciendo allí en tu lecho
Bendecida por mi amor.
Tu piel dorada, tus pechos.
Sin embargo es el rencor
Que acrecienta distancias
Agonizando en tus ansias
Mis pecados, mi vida.
Eres mujer, mujer amada
Yo un truhán por accidente
Que un amor por ti inocente
Reclama desde tu almohada.
Sin embargo, ahora
Camino la mañana mansa
Confundido en tu pensamiento
Y voy llorando con el viento
Tus rencores de la alborada.
En la imperfección de la oruga
Se esconden colores vivos
Aroma como los lirios
Y alas para volar.
Y volar podrán mis sueños
A esos sagrados secretos
En que tu amor es un reto
Del que quiero ser su dueño.
Así:
Me encontraré en tus almohadas
Entre una esquela y una flor
Apresurando al corazón
De acariciarte en mis sábanas.
Tú eres mariposa alada
De ternura y de bondad
Yo soy un mendrugo de pan
Que en tu boca se consume
Y si mi corazón se confunde
Con tu nobleza y el mar
Cuando llegue yo a la cumbre
Te sorprenderé con mi beso,
Con mi verso y mi volar.
