Trepé al castaño y observé sin pestañear como se cumplen tus sueños.
Corrían los años 40 y ahí estaba «El Carrascal» un camino de piedras, adornado de trigo y maizales, soñando con vestirse de gala.
En su antiguo atuendo de quiscos y arenales, era fiel sendero de carretas y ripios.
En sus sueños, revestido de sus propias canteras, lucía en sus quimeras, novedosos rascacielos de piedra, iluminadas carreteras de mercurio y balcones de luna.
Esta página, diario de vida, fue rescatada, gracias a la remodelación, en los aledaños del río Mapocho, mientras, ineluctablemente, se cumplen sus sueños.
© Monsieur James
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