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viernes, 5 de octubre de 2007

FRENTE A MI PROPIO YO



Un día muy especial 15 de mayo 2005

Una leve lluvia acompañaba la tranquilidad de una tarde ya madura. La noche no se haría esperar cubriéndome con su manto oscuro y casi solemne y con sus silencios y sus sigilosos misterios. El día, bullicioso y alegre, había instalado una cierta fatiga en mi cuerpo y me pareció, de pronto, que esa noche la había estado deseando con una cierta ansiedad. Como una caricia a la piel o simplemente como una forma de coronar todo lo sucedido en un espacio tan reducido de tiempo y/o de espacio. Confieso que la jornada me había despertado en forma abrupta de mis sueños y me enfrentaba a una verdadera y artística realidad que empezaba a tomar forma y convertir mis expectativas en sonoros latidos de corazón. Mi vida, de poeta aficionado, daba un vuelco inesperado sobre mis propios talones, rozando un ego desconocido. Por primera vez en mucho tiempo, me enfrentaba a mi mismo. De frente con mis temores, de frente, definitivamente, a mi desconocido o mal conocido «propio yo»; con emociones encontradas de felicidad y de temor, de alegría y de sospechas, de dicha y llanto.
Con el correr del tiempo, había llegado a pensar que aquellos días, que hasta ahora formaban parte de un pasado anterior, por decirlo con más exactitud, se habían olvidado de mi marginal existencia. Días de logros y fracasos, que habían sido el pan cotidiano de la lucha por la existencia. «Ganarás el pan con el sudor de tu frente» no formaba parte intestina de mi apacible vida.
Y de pronto, estallan arco-iris, los volantines (cometas) empiezan a inundar el cielo, las serpentinas de colores lo invaden todo, en un carnaval insospechado. Todo parece llegar al mismo tiempo, atropellando, arrasando. Espero la publicación de la primera Antología, de la que formo parte, acaricio en mis manos mi primer libro editado «Escupo mis Llantos» y junto con ello, leo con voz alta y pausada, una invitación de una Facultad Universitaria Española para colaborar con mis escritos, en su revista.
El choque de emociones es intenso, debo recobrar la calma y defenderme de las tentaciones soberbias y narcisistas (ésas que anudan los principios) Espero que la noche me traiga la sabiduría de esa tarde madura y de leve lluvia. Ojala, pueda pegar los ojos.

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