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viernes, 5 de octubre de 2007

CUENTO PARA TRATAR DE DORMIR NIÑOS



Mira mi niño, un día, hace unos lustres atrás, quise iniciar una aventura. No se a que obedecía todo esto, pero te juro que algo o alguien me empujaba a perderme en el vacío. Para ello, me aseguraba a mí mismo, que necesitaría muy poco. En efecto, me bastaría un libro y un título a carácter sensacionalista, y, mejor aún, de un catedrático poco conocido envuelto en diplomas de dudoso origen y con una crítica bastante prolífica, pero de gentes, también de dudoso intelecto.

¡No pues! no te quedes dormido « antes de » ¡caramba!

En fin, como te contaba, encontré en la biblioteca pontifical, en los arsenales de libros, naturalmente los más intactos, un título que me llamó la atención «Filosofías cartesianas o ficcionalisación de la palabra » Editorial Filofolie y Autor un tal Pierre de la Piedra. Entonces empecé a leer, me salté el prólogo, las notas de autor, el índice, por temor a las naturales adulaciones y dejarme entusiasmar por auto retóricas. Me enfrasqué en el Capítulo I y casi de inmediato, sentí perderme en los laberintos irracionales de palabras que sin correlación, necesariamente, no querían decir nada a mi pobre y resquebrajada sensibilidad. –que el desprovisto de inteligencia, fuese yo, es casi probable –
Pero, logré lo que me propuse investigar, Mi cerebro se desconectó automáticamente, (algo así como lo hace cuando no puedes de dolor y te desmayas) y el mecanismo de lectura siguió automáticamente su curso. Descubrí, entonces, otros de los atractivos, llamémosle: misterios naturales, (no siendo científico, no pretendo tratar de explicar absolutamente nada) se trata simplemente del mecanismo racional de los elementos constitutivos de nuestro mísero y desconocido organismo celular, para despreocuparse intencionalmente de lecturas burdas, insensatas y catastróficamente interminables, terminó por desconectarme y me dejó en, lectura automática.
La tarea fundamental propuesta, de todos modos, obedecía a « cómo dormir niños » Me lo propuse de manera pedagógica y simple a partir de lecturas desprovistas del elemento vital, que es un sujeto adecuado y la infaltable comprensión, pues es la tarea que me habían encomendado esa tarde. Entonces a medida que la lectura se efectuaba mecánicamente y tú te dormías plácida e inconscientemente de aburrimiento, yo escribía versos y era feliz. Así, mientras desfilaban todo tipo de incongruencias « filosóficas, estilo nueva generación o pos modernistas » de una manera inconsciente y mecánica y tú te dormías cada vez más profundamente, yo ocupé mi tiempo escribiendo:

El valor de un beso de amor

Afloró a mis inquietudes, la ternura de un beso. Dormías plácidamente como la novia que eres. No quise distraer tu sueño o tus sueños. Esperé pacientemente que despertaras. Lo hiciste con una sonrisa al notar que me embriagaba de tu belleza. Nos besamos intensamente, con todo el amor que pudimos expresarnos. Entonces supe que también puedo soñar despierto.


Entonces apagué la luz de tu dormitorio, y te dejé dormir tranquilo.

¡No! no, reclamaste, repite lo que acabas de leer… Te había despertado mi pobre e imberbe prosa. Lo hice plácidamente, y con naturalidad, y terminé cantando.
Te dormiste, esta vez, con una sonrisa en los labios.

Reordené ese libro, que mecánicamente recorrieron mis ojos y que mecánicamente también, te hicieron amodorrarte. Ya en la biblioteca, me sentí contento, primera vez que un libro de naturaleza tan incongruente, al menos me había servido para desconectarme, no de mis sueños, sino de la triste realidad.

Copyright © Jaime Alfonso Luis León Cuadra. Todos los derechos reservados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta, la música, el relato, la forma de recitarlo y la obra que encabeza todo de quién yo soy la autora, enhorabuena

Anónimo dijo...

Me gusta, la música, el relato, la forma de recitarlo y la obra que encabeza todo de quién yo soy la autora, enhorabuena