Adornó la noche, láctea blancura
en negro cielo noche y carbón
en el brasero de su inocencia
ígneo el fuego en adoración.
Le dijo dulce hija te amo
tomó sus manos y la besó;
sintió sus labios sin un pecado
cerró sus ojos y vio a Dios.
Guiñó la luna cuerdas de plata
pintando nieve la oscuridad
como diciendo ÉL si te ama
su amor merece virginidad.
Dejó sus manos seguir la luna
e hipnotizada por su bondad
imprecisa: ¿temor o miedo?
rozó el madero su castidad.
Siguieron ruegos estrafalarios
y a sus hinojos de amor se hincó
notó de pronto bajar del cielo
aquel Cordero en su bendición.
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