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lunes, 26 de febrero de 2007

METAMORFOSIS


Somos juguetes del día, y el Universo nos traga con sus piernas volcánicas y nos come enteros con su sexo de barro. Tenemos sabor a excrementos y revoloteamos alrededor como muñecos engreídos. Creemos estar sumidos en encantadores sueños. Sentir la magnificencia de un poder que desconocemos, y sudar la muerte en el vientre ajeno. En la lágrima ajena.

¿Quieres conocer el ruido del dolor? Vamos, no temas; enciende la hoguera, la última hoguera penitente y escucha en los rincones, su onomatopeya. Son chirridos agónicos, campanadas lacerantes de miedo que hacen temblar la noche.

En fila de animales, despavoridos de miedo, vamos conquistando espacios aparentes; son sombras que cobijan nuestro propio espanto. Las mercancías allí dispuestas para una fiesta de ratas horribles y por lo general, míseras amistades. Llegamos con una sonrisa dibujada, pensando en que efectivamente debíamos retroceder.

Arrastrada dignidad, concepción inexistente del hombre que convertido en glucosa va dejando rastros azucarados de morfinas y odios. De pura soberbia. Sin embargo, he aprendido que sólo tú eres capaz de anudar mi egoísmo a la actitud serena de mis propios caprichos. Soy un artefacto con razón y sin raciocinio.

Pequeña niña sólo Tú. Sólo tú sabes quitarme las piedras de mis manos y serenarme. Sólo Tú. ¿Quieres saciar mis ansias, al tiempo de saciar tu propio amor? Di que si, ¿quieres?

Ven te invito, déjame caer sobre tus hombros, hasta ahora marginados de caricias. Escucha en tu divino oído, mis lamentos que se transformarán, sea en caricias o en gemidos. Como una metamorfosis anticipada.

No gimas, grita. Todo es dolor o principio de dolor, luego como un vicio se vuelve placer insaciable. Nacimos adictos al aire. ¿Dime, todavía es de noche? Si quieres, nos escondemos el día entero.

No insistas en que piense, déjame actuar en medio del torbellino, como una bestia más. No quiero tormentos luego. Quiero sentir la elegancia y la libertad que se siente luego de terminar de orinar.

Hemos pasado la noche y el día aferrados a la indomable fetidez del amor, inteligente manera de disfrazar el dolor. Te juro, duele menos.

Venció finalmente el estratega, mañana será el día de pagar las cuentas, déjame darte el último mordisco del día. Ojala no dejemos huellas.

Envidio en la libertad del viento, su avasallante onomatopeya que acaba con mi más entera libertad silenciando mi esmirriado canto.

¿Qué dirán de nosotros los monstruos del futuro incierto? Aquí vivieron bajo el yugo del pensamiento salvaje, retrocediendo hasta hoy. Irán tras nuestras propias huellas persiguiéndose encantados de sus propias mentiras.

Esperemos un poco de luz, de otro elemento implosivo y otro milagro de vida en un espacio demasiado pequeño para nuestras desmedidas ambiciones.

Si, tú eres mejor que yo. Pero no se todavía quién eres tú, a lo mejor, te conozco en un reflejo.

Dijiste: Soy un pubis angelical que no necesita de dueños, y mis sentidos temblaron de gloria. Nada es lúgubre ya, tengo algo porqué y por quién amar. Todo era cuestión de una simple metamorfosis.

© Monsieur James

1 comentario:

Anónimo dijo...

"...Pequeña niña sólo Tú. Sólo tú sabes quitarme las piedras de mis manos y serenarme. Sólo Tú..."

...a la espera de esos vocablos estará tu niña.