Traductor

lunes, 6 de octubre de 2008

PAPEL

Papel, hacía tiempo que buscaba un momento, como este. Lo precisaba, me hacía falta.. Quería escribirte papel, para, en fin, contarte un sinnúmero de cosas que me ocurren, y/o que ocurren y a veces cuesta comprenderlas.

No, no pretendo aquí dejar una prosa ni inventar paradigma literario alguno, solo hablarte con el lenguaje diario de la simplicidad. Se que no guardarás mi secreto, ni te lo pido. Sabiendo que es inútil.

Ya ves, me da por momentos, entristecer sin que una miserable lágrima acompañé esta maldita o dulce melancolía… ¿acaso lo entiendes tú?… son cosas que no logro concebir… sin embargo, la cosas jocosas, por nimias que ellas sean, me revuelcan de carcajadas casi enfermizas… ¿estaré, de algún modo, empezando lentamente la inmisericordia decrepitud?

No, no te alijas papel, siempre tuve un respeto irrestricto por ti, incluso en tus andanzas de cartón, de cometa, de fotografías, o allí ordenado en imperecederas bibliotecas, guardando los secretos de toda la humanidad.

Créeme que he llorado de frustración, cuando los ineptos, ignorantes, usurpadores del poder, “oligarcas a la pólvora” han hecho piras de tus tripas, solo porque llevabas un nombre poco apropiado. O por los fanáticos ortodoxos que ven siempre en ti, a su peor enemigo.

Me gusta tu paradoja, de pronto eres súplica ruego, otras arenga, grito de guerra… eres afiche de paz, o portador de una prescripción médica que calmará el dolor físico de un enfermo. En otras llevarás un poema o una palabra de afecto, incluso dejarás impreso el último dolor del suicida.

Ayer jugaba con la luz moribunda de una vela –te encontré mientras limpiaba un viejo armario- naturalmente ya era de noche, entonces vi mi sombra contorsionarse en las paredes de mi cuarto, por tanto yo permanecí inmóvil. Me figuré intranquilo, nervioso… como en tiempos de mi despertar o pubertad, de la niña aquella que provocaba sentimientos inequívocos y perturbaba mi niñez.

Te recordé como un amigo que me mostraba los primeros cuentos, que más tarde terminarían por formarme… bien o mal, poco importa. Recorrí contigo entonces, el parrón de mi casa al mismo tiempo que la ciudad turca de Antioquia, antigua ya de más de 23 siglos. En otras, te recordé como aquel boleto de carro que sin saber vino a incrustarse en mi oreja, pues contenía un torpedo que me ayudaría a salir con éxito de esa prueba de historia, ramo que tanto detestaba.

Claro, en ese momento de recuerdos, como no romper en carcajadas, cuando me apretaste los testículos mientras cumplía la ingrata tarea de otros de mis exámenes escritos…

Si, si, sé que no venía necesariamente a contarte tanta estupidez… si adivinaste… ayer supe de ella.. si huevón, incluso se del día en que nació y su nombre completo… y habría dado todo el oro del mundo porque una lágrima rebelde acompañara mis “saudades” pero me estoy riendo de nuevo, con esa carcajada enfermiza de mi propia angustia.

Ya papel, déjame en mis carcajadas enfermizas, tú, guarda mis lágrimas, no, no como un secreto, entra en la botella, quizás el océano, en su profundo latido pueda regalarle un día, mi pensamiento .

Chao papel,

No hay comentarios: