
Varón que desplegadas
en invioladas quimeras
una fiera perspicacia;
misterioso destino…
y declamabas a mi vejado sentido
certidumbres tan veladas,
que ninguno antes
osó recitar.
¿Dónde estarás?
Individuo inhumano, intangible
por anárquico tiempo.
Aun camine la arena
eres visión sinónima,
y te percibo alegre
tal no acaeciera
que me trajinas
rastreando fantasías.
¿Acaso era verdad?
“Hombre argucia”
que repudiabas mi talismán
en frente de mis tormentos,
y te arrojabas con ese atisbo
de negro letargo
a escarbar mis huesos.
Valió más la arrogancia y la vanidad;
logró más, lo asumo
y sin embargo:
aquí me tienes de velo negro,
triste.
Padre nuestro que estás…
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