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domingo, 6 de abril de 2008

EL RECTOR Don Alejandro Von ……

EL RECTOR Don Alejandro Von ……

Los años 50, no eran años digamoslo muy tolerantes para las travesuras, incluso para aquellas travesuras de poca monta. Por la misma razón, acaso, habia que urdir de forma maquiavélica las maldades, que muchas veces quedaron en la imaginación y no lograron tomar forma, sea por el miedo al inmisirecorde coscorrón y al flagelo de la retórica filosófica que seguía, por lo general hasta altas horas de la noche. Un verdadero flagelo.

Así es que toda una Institución, en aquellos tiempos, fue el Liceo, en donde emprendías la Secundaria. En que lucías tus pantalones largos y pretendías empezar los escalones de la responsabilidad y a formarte hombre responsable. Cada ramo tenía su profesor, especialista en su materia y además cada uno de los docentes consagrado de una férrea autoridad.

Pero, habemos de autoridad, a la férula profesoral agreguemos la inalterable severidad del Rector del Liceo. Con ello, los inspectores pagaban el pato. Tanto eludir los arrebatos de los docentes y la implacable sentencia del Director “presentese con su apoderado” .. los guardadores del orden en tiempos de recreo, sufrían todo el arrebato de tanta criminalidad juvenil acallada por la monstruosidad del personal enseñante.

Había sí, una especie de respiro, en la forma, luego que se nombraba un profesor jefe por cada curso. El o ella, pasaba a ser el paño de lágrimas de cada uno de nosotros. Sus consejos erán muy apreciados, y muchas veces oficiaban de intermediarios legítimos entre tus horribles desaciertos, no siempre la falta de no llegar con las tareas hechas, sino y sobre todo de alguna maldad, tipo, “me pillaron copiando en un examen”, un comportamiento inadecuado fuera de las aulas “fumándose un rico pucho” y con el uniforme y la insisgnia que identificaba a los alumnos de aquellos tiempos

Von Mullenbrock, era el director del Liceo a número ubicado en el corazón del barrio de la poblada Quinta Normal. Personaje muy pintoresco, no sólo por el nombre que ostentaba, sino por una corpulencia fuera de lo común. No pongo en duda su estricta bondad sabiendo que fue una vida consagrada a la enseñanza y desde donde algo habremos aprendido.

Me pareció necesario el preámbulo, porque la travesura que sigue, bien vale la pena situarlos en el contexto de la época.
……
Entró, como ya parecía una costumbre, seguido de su padre, a la oficina del Director. Cabisbajo, una cierta culpabilidad por un comportamiento un tanto ajeno a la disciplina en vigor. Sabía que debía mostrarse humilde y resignado al veredicto y mostrar un cabal arrepentimiento. No llegaré nunca más arasado…. Se repetía contantemente mientras sobaba sus transpiradas manos…

En la solemnidad del momento, y cuando Von M, le señalaba, con su colosal vozarrón, su iimperdonable falta, alzó los ojos y no pudo dejar esbozar una maliciosa sonrisa que afortunadamente fue interpretada como una aceptación completa de lo que se reprimendaba.

El muchacho observó a su severo acusador, al centro de una gran fotografía, rodeado de todo el personal del Liceo y que estaba sagradamente custodiada por un vidrio y una puertecilla munida de una minúscula chapa. - Si, el Malito estuviera aquí- hecho a reír en su interior.

La aventura comenzó a tomar forma y el muchacho olvidó el momento de su viviente Inquisición.

…….

El desafío era enorme y eso alentaba aún más su travesura, nunca pensó sí, en las horribles consecuencias que su osadía le causaría.

Ojala que la ocasión se presente, una idea tan descabellada debe ser ejecutada, decía para sí, en una sonora carcajada.

El destino, tienes sus propios caminos y la oportunidad no demoró en llegar. Dentro de dos semanas se celebraría el tercer aniversario de la Institución y el Rector del Liceo Miguel Luis Amunategui, Liceo, este último, del que surgió la necesidad de construir el Liceo a número y ubicarlo en las proximidades de los barrios más populares, vendría con su retórica a exaltar y consolidar, los buenos oficios de disciplina de su par.

La banda de los pacos (la policía local) tendría a bien interpretar el himno patrio. La ceremonía, tendría lugar en el patio del establecimiento y todos los docentes estaban obligados de asistir, incluyendo naturalmente la masa de alumnos. Era, entonces, el momento propicio para llevar a cabo tan descabellada empresa.

La complicidad fue necesaria, sin dudas, y para ello sobornaron al personal preocupado del aseo. Con esa seguridad, además del estrcito secreto que se juraron, los bandidos se atacaron a preparar su endomoniado plan.

El Rector sería mancillado.

El día se anunciaba febril, otras personalidades, tales el Alcalde, regidores y naturalmente la presencia incontestada del Cura párroco, se sumaban al evento.
Von, se debatía en su oficina corrigiendo su emblemático discurso al mismo tiempo que impatrtía órdenes a diestra y siniestra.

Entretanto, los alumnos eran inspeccionados rigurosamente: uñas cortadas sin lutos irreverentes, corte adecuado de pelo y peinado al jugo de limón (la gomina popular), zapatos debidamente lustrados y por supuesto, el uniforme como tallado a la medida por los mejores sastres italianos.

Los incipientes bandidos, debían someterse a todos estos rigurosos exámenes, puesto que su ausencia podría ser premonitora de una catástrofe en sus maléficos planes. No se advertía ningún nerviosismo, en el par de badulaques, muy por el contrario se inclinaron, con insospechada docilidad, a la prácticas prusianas y de órden.

A las diez de la mañana, empezaron a llegar una a una las autoridades del Municipio, que fueron agasajadas en uno de los salones del Liceo previstos para las grandes ocasiones, entretanto la banda del orfeón de carabineros, hacía su entrada triunfal precedida por el infaltable guaripolas. A la misma hora, todos los cursos ya estaban formados, los murmullos cesaron al momento que las autoridades eclesiásticas, munidos si de todos su quincallería santoral, ingresaron al recinto.

Las llaves de la oficina en sus bolsillos y los escasos elementos necesarios a su diabólico plan, les aseguraban una santidad luciférica. No sabían si, que dentro de todos preparativos, la Inteligencia militaris del momento, había consignado al Colorado, (inspector general) y a algunos de los infaltables chupamedias, la más estricta vigilancia a cualquier movimiento sospechoso.

Tras, la pastoral entrada, el movimiento estudiantil fue dirigido en estricto orden al lugar de la cermonia. El Orfeón irrumpió con el himno Nacional y el momento adquirió toda la importancia de civismo, orden y progreso.

La mirada del Colorado se paseaba intransigente y suspicaz por entre el alumnado. Los malfechores confiaban en sus medios y sabían que la providencia, no sabría que ampararlos.
La retórica de Von, fue por lo demás magnífica. Su oratoria, hizo temblar de envidia a más de un sempiterno político y entre los colosales e interminables aplausos, los bandidos encontraron el momento propicio a su ataque.

El Colorado se perdía en aplausos y los chupamedias olvidaron la misión. Cuando recuperaron la noción y la emoción los volvía a la realidad, los bandidos ya estaban nuevamente entre sus pares, debidamente formados y el sol dando implacablemente sobre sus cabezas.

El Tito había recuperado sus llaves y la ceremonia llegó a su término entre la más grande de las alharabías. Debidamente formados, los alumnos volvieron a sus aulas, en donde se les informó que podían regresar a sus hogares.

……..

El Colorado un poco más colorado que de costumbre, probablmente por algunos sorbos alcohólicos inesperados, irrumpió en la oficina del Rector. Su repentina lívidez causó pánico entre los allí reunidos quienes se apresuraron a preguntar
–¿qué le pasa colega, se siente mal?
El Colorado se llevó las manos a la frente, y con cierta dificultadrespiratoria, acusó:

–No, no es nada,…. Prosiguió a duras penas, mientras sentía que el corazón podría jugarle una mala pasada, al mismo tiempo que voscifereba para sí, ..Hijos de la gran….

Lo sentaron, y le dieron a beber un vaso de agua fría. Si embargo, su angustia iba en aumento. Había que desalojar la oficina u obligar al Rector a abandonar el lugar. En un hilillo de voz, confesó a su eminencia parroquial lo descabellado de su descubrimiento, señalando con extrema delicadeza el gran Retrato.

Entonces ocurrió lo inesperado, Ignacio Von. M……., el cura parroco, hermano de Alejandro solto una carcajada que hizo eco en los corredores y dejó perplejos a todos los allí reunidos. Sin dejar de reír y en medio de unn ataque de hilaridad, se dirigió a Alejandro y señalando el objeto, le dijo, así, sin ambages te ves muy apuesto Alejandro…. Pocas veces se ha observado reacciones tan contrarias en el ser humano. Todos los hipócritas, con excepción del Colorado, sintieron que la risa les rompía el alma.

Alejandro dirigió la vista al retrato y no pudo evitar compartir con una sonora y franc carcajada, la bendita hilaridad de su hermano Ignacio. La cara de perro buldog, que habían pegado encima de su rostro, era francamente exquisita.

El Colorado recobraba fuerzas , la mayoría perplejos intercambiaban miradas de humor negro mientars la hipócrita carcajada empezaba a ahogarles elpecho. Von M… les miró por el rabillo y le dijo con pedagógica sorna: no reís acaso por temor a mis nuevas facciones… revolcándose de una estruendosa carcajada.

Una vez que todos los invitados quitaron el lugar, el Colorado se apresuró al marco con el prejuicio de su lealtad herida, y pretendió bajarlo para retirar con humilde arrojo, la fechoría que allí se había cometido. Von M… una vez recuperaba su natural dureza,.intervino y le ordenó perentoriamente: ¡Deje ahí las pruebas de singular afrenta…!

Dos acusados entraban al aposento… Dos miserables niños, fueron expulsados.

La cara de Rector volvía a amedrentar.

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