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sábado, 10 de noviembre de 2007

ENTRE LA ORILLA DE MIS CUENTOS, TU VAGAR



Siempre estuve orillando mis cuentos. Siempre lo hice, incluso, llegué hasta construir un sendero donde, por cierto, miraba embelesado lo que sucedía en su interior. Ese camino, tantas veces recorrido, siempre llevó consigo un nombre, unos ojos, unos labios. No podía admirar tanta belleza, sin querer compartirla. Así naciste, imperceptible, como un silencio que se abraza a mi cuerpo y camina contemplativo en busca del mismo cuento.

Mientras, al exterior de ese sendero, se sucedieron las sombras y los abismos. La tierra fuera de esos senderos, era intemporal. Nunca recordé sus rosas, sus arbustos. El ruido de algún riachuelo no fue que el paso de un cristal sin música.



Hoy, en algún punto de ese sendero, sentí una dulce sensación. Algo impreciso que viene de lejos y parece tocarte. Es un suspiro que nace de todo mi interior y que debo retener, si quiero identificarlo. Es como una caricia blanca llena de luz. Es una frágil sensación etérea. Es un vuelo magistral de las hojas al viento. Es un concierto de trinos cuyo eco derrite el frío blanco que corona los ventisqueros andinos. Es un ramo de flores silvestres que te embriaga con su perfume.

Ahí quedo, suspendido de un arcoiris. Busco tu nombre y en cálidos latidos, recuerdo tus labios, tus ojos. Eso es, viniste a mí como una hoja al viento que busca refugio a su otoño cotidiano. Como un niño que quiere cubrirse de ese frío miedo conque la tormenta diaria quiere avasallar sus ilusiones y convertirlas en rutinas de muerte. aprieto mis manos a tu recuerdo reciente y pronuncio tu nombre para saber quién eres. De mi corazón nace dulce como un estallido de amor y al pronunciarte, sé que hablaba de ti.

Copyright © Monsieur James

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