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miércoles, 28 de noviembre de 2007

ZAMBA PARA FELICIDAD



Un día yo salí a navegar
Y me encontré una doctora en el camino
Le dije que era lindo su cantar
Y desde entonces verán somos amigos
Iba con el alba
Y mi tinta a recitar
La pena de mi corazón.



Felicidad
La oí llorar
Plena de emoción
Blanca como arroz
Entró la luna
A mi ventanal.

Si hoy yo ya no busco a naufragar
Es que su amistad ha sido para mi sentido aliento
Que vino por destino a procurar
Serenidad a mil de mil tormentos
Creo que la vida
Es un misterio y nada más
Entrando por mi soledad

Felicidad
Sentí llamar
Pleno de emoción
Dulce en su cantar
De mil amores yo la vi venir

Copyright © Monsieur James. Todos los derechos reservados.

AL COMIENZO DEL TIEMPO



Se desfiguran los elementos
Penetrando la selva virgen
Excitados por la creación.

Se acercan mis sueños
Al Edén idílico
De la aventura universal.

Hubo, a la sazón,
Un resplandecer de luces,
Y en los tableros de Dios
Se dibujó la Tierra.

Algarabía de colores
Aclamó la venida del soplo divino,
Y trastornó el jolgorio de gorjeos,
En un canto perenne
Por los jardines de la vida.

¡Espíritus de una nueva verdad!
¡Ardidos de centelleante cielo índigo
Dieron a luz la Humanidad!

Caminamos desde entonces
Por la fértil llanura del infinito,
Para entonar al instante
Sobre un altar de vida,
La sublime canción
Al comienzo del tiempo
En el supremo alumbramiento,
De la tierra encendida.

Copyright © Monsieur James. Todos los derechos reservados.

ADICTO



Flujos de incontroladas humedades
Germinan desde el interior de mis secretos
Y en gotas de rocíos lácteos
Entibian mi ácido esqueleto.


Adicto al aliento femenino
Mujer es cuasi enfermedad tu género
Y en la desnudez de tu ansiado cuerpo
Encuentro yo mis vocablos
Traduzco yo tus deseos
Que se enredan con mis dialectos,

Entonces:

Adicto
Te beso,
Te abrazo
Y me adentro.

Te busco en serpentinas de olfatos
Soy adicto o enfermo a tu contacto
Pongo la llave en tu limo
Y mi vida
Como un motor
En su ocaso
Enciende
Mis penúltimas bujías
Y vamos andando
Al averno de tu nido
O al peor de mis fracasos..

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sábado, 10 de noviembre de 2007

INCREÍBLEMENTE SALUDABLE



Saben, me he descubierto detalles sorprendentes:

Que soy osado y casi valiente en momentos de cobardía y no por pusilánime ni falta de valor, lo que sucede es que en mi orgullo, suelo ser humilde;

Supe que me acusan de soberbio mientras me maravillo de prosas, versos y poetas, también que tengo el ego fácil y que me gusta ser adulado para luego sonrojarme;

Que me siento sinónimo y antónimo en el jardín de vuestras metáforas;

Que puedo llorar de rabia, también de alegría y reírme de pura pena.

Me di cuenta que llevo siempre una mujer dentro de mí, que alimenta mi melancolía.

Sí, efectivamente, que soy humano, igual a todos ustedes y tan distinto a la vez.

Copyright © Monsieur James.

ERES NIÑA


Eres niña aceituna
Buscando con tus ojos
La luna

También eres almendra
Mirando con asombro
Escribir
Mis manos

De pronto eres flor
Caminando dormida
Mi vida.

Descalza en el viento
Desnuda en el mar
Eres el ángel nupcial
De mi alcoba

Y eres delicado verso
Enredando en mi pluma
Niña
Tu pelo negro.

Copyright © Monsieur Jame.

ENTRE LA ORILLA DE MIS CUENTOS, TU VAGAR



Siempre estuve orillando mis cuentos. Siempre lo hice, incluso, llegué hasta construir un sendero donde, por cierto, miraba embelesado lo que sucedía en su interior. Ese camino, tantas veces recorrido, siempre llevó consigo un nombre, unos ojos, unos labios. No podía admirar tanta belleza, sin querer compartirla. Así naciste, imperceptible, como un silencio que se abraza a mi cuerpo y camina contemplativo en busca del mismo cuento.

Mientras, al exterior de ese sendero, se sucedieron las sombras y los abismos. La tierra fuera de esos senderos, era intemporal. Nunca recordé sus rosas, sus arbustos. El ruido de algún riachuelo no fue que el paso de un cristal sin música.



Hoy, en algún punto de ese sendero, sentí una dulce sensación. Algo impreciso que viene de lejos y parece tocarte. Es un suspiro que nace de todo mi interior y que debo retener, si quiero identificarlo. Es como una caricia blanca llena de luz. Es una frágil sensación etérea. Es un vuelo magistral de las hojas al viento. Es un concierto de trinos cuyo eco derrite el frío blanco que corona los ventisqueros andinos. Es un ramo de flores silvestres que te embriaga con su perfume.

Ahí quedo, suspendido de un arcoiris. Busco tu nombre y en cálidos latidos, recuerdo tus labios, tus ojos. Eso es, viniste a mí como una hoja al viento que busca refugio a su otoño cotidiano. Como un niño que quiere cubrirse de ese frío miedo conque la tormenta diaria quiere avasallar sus ilusiones y convertirlas en rutinas de muerte. aprieto mis manos a tu recuerdo reciente y pronuncio tu nombre para saber quién eres. De mi corazón nace dulce como un estallido de amor y al pronunciarte, sé que hablaba de ti.

Copyright © Monsieur James

CONVERSACIONES INTERESANTES



Luego de una larga caminata por el bosque, nos detuvimos a descansar al abrigo de un enorme y viejo ciruelo.
— ¡Qué silencio!— Dijiste sin más
—En vez de afirmar algo tan sin sentido, di mejor, no escucho;
—Está bien— agregaste en un tono sarcástico y repetiste marcando la voz: —No escucho nada.
— ¿No escucho nada?— repliqué, ésa es una contradicción casi matemática, reí, al verte contrariado.
—Di simplemente: no escucho, o nada escucho, ya que al afirmar que no escuchas nada, estás negando y afirmando al mismo tiempo...; cuando dices “no escucho nada” estás escuchando algo que es “nada” y nada no es más que un vocablo mal utilizado, ya que «nada» existe. lo que pasa es que no la vemos, no la sentimos, ni la escuchamos.... Son los invisibles que curvan los árboles, que aúllan en las noches empujando hojas secas e inflando las velas de las embarcaciones.
— ¡No existe nada! o ¡nada existe!— Exclamaste alborotado. — ¿Acaso estás loco de remate?
—Precisemos—, te dije en tono amistoso, como para calmar los espíritus. —“Nada” existe en cuanto a vocablo y cuya utilización es desmedida e inexacta la mayor parte del tiempo. Tiempo, espacio, otro de los invisibles, ¿no te parece? te pregunté con una inocencia repugnante.
—Si, dijiste aceptando algo confuso, mientras hacías esfuerzos sobrehumanos para comprender mi perorata existencial, filosófica o completamente fuera de lugar.
Con la fatiga nos dormimos pasiblemente. Al despertar, ya la noche se había apoderado de la nada con su espectacular oscuridad, abrí los ojos y exclamé asombrado — ¡No veo nada!
— ¡Ja, ja, ja, ja te largaste a reír sin parar. Nuestras carcajadas fueron un creschendo espectacular.

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